miércoles, 5 de junio de 2019

Quítate la mitad de los problemas de encima



En nuestra cultura occidental, cuando se presenta un “problema”, inmediatamente se crea otro problema asociado al primero que dispara sus efectos en nuestras mentes o en nuestros cuerpos. Cuando se afronta una situación sin las herramientas necesarias para acotarla y resolverla, se generan quejas, suposiciones, proyecciones mentales fatalistas que afectan de inmediato nuestra mentalidad y nuestra fisiología. No es raro que después de darnos cuenta de una situación repentina en el hogar o el trabajo, nos duela la cabeza, se active el reflujo estomacal o se irrite el colon.

En dos platos: por cada problema que se enfrenta, se suma otro, un segundo problema que nos aleja de una solución sana del primero. Es decir, tenemos el doble de los problemas que se nos puedan presentar, y este segundo problema refleja perfectamente que no contamos con los medios internos para dejar de ver esas situaciones a resolver como “problemas” y no como un paso a dar… si es que necesitase darse.

Estoy de acuerdo con que la mayoría de los problemas que enfrentamos son mentales o inexistentes, y creo que es simplemente porque se relacionan con el pasado o con el futuro. El pasado ya no existe, y aunque algunos digamos que gracias a nuestro pasado somos lo que somos ahora, esta afirmación no nos niega las posibilidades de cambiar a nuestro favor en el presente. Respecto del futuro, bueno, es una figura imaginaria contaminada con el rechazo o el apego al pasado y con los deseos del presente. Como locos de atar tenemos una imagen mucho mejor del futuro del que seguramente se nos presentará y nos frustrará… otra vez.

Si te preguntas en cualquier momento: “¿qué problema tengo ahora mismo?” y lo respondemos con atención y honestidad, podríamos concluir en la mayoría de las veces: “Ninguno”.
Haga la prueba. Pregúntese hoy en la noche, qué problema tiene. Seguro su mente comenzará a bombardear cosas como “la inscripción de los niños”, “el repuesto para el carro”, “la operación de mi mamá”. Como ves, ninguno de estos ejemplos refleja un problema que se tenga o se pueda solucionar ahora. Son situaciones a resolver con un esfuerzo específico, en el momento adecuado y con la disposición del caso, y eso no será. Entonces el escenario está claro: usted está desperdiciando estas horas de su vida, desgastándose en problemas que no puede resolver ahora mismo. ¿Le ha pasado que se preocupa y se preocupa por algo que al final no se dio? Y así seguirán pasando “ahoras” por nuestro lado y yéndose directo al pote de la basura porque no nos dedicamos a vivir los momentos actuales de nuestra vida, esa que transcurre y transcurre sin aceptar devoluciones ni repetir fechas.

Entonces: es un problema por el precio de dos. Definir lo que es un “problema” es casi tema de otro programa. Sin embargo, si no se tiene en cuenta qué cosa lo es, casi cualquier cosa o evento del universo que no sea filtrado o aprobado por nuestra pequeña mente en supuesto crecimiento, será un problema —casi nada—.


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