Células
cancerosas de la colectividad. Desde algún punto de vista, eso parecemos ser.
Somos organismos creados perfectos, pero que por la acción continua de la
civilización vamos adquiriendo agujeros, carencias, complejos, que nos hacen
dañinos para nosotros mismos, en principio. Entonces, una vez que nos
declaramos aptos para la vida adulta, pasamos de ser individuos aislados,
protegidos, a ser integrantes de un tejido masivo conformado por seres sin
herramientas afectivas, afectados por las mismas ansiedades, los mismos temores,
por las mismas frustraciones. Y pasando ya a formar parte de algo mayor,
creamos un tejido a imagen y semejanza de esos individuos maltratados
atomizados. Se crea una “conciencia colectiva” –como si eso existiera–, un
pensamiento colectivo, unos deberes impuestos por esta nueva figura frágil,
pero poderosa en razón de su tamaño.
Eventualmente,
aparecerá el líder, un individuo producido por este molde imperfecto llamado
“sociedad”, por ese troquel de expectativas, de miedos que todos niegan, que
todos fingen no saber de dónde salió. Este líder, más atrevido, con un poco más
de carisma, de academia, de complicidad, y con su propio cargamento de basura a
cuestas, se unirá a otros con igual herencia y formarán esos grupos de
autoridad que le indicarán el “camino correcto” al resto, a esos que solo esperan
que algo, alguien o alguna forma de pensar los saque del hueco del que nunca
pudieron salir por falta de visión propia, por falta de una perspectiva
favorable.
Para este
momento, ya tenemos un organismo maltrecho, demente y con poder autónomo de
decisión a cargo de todo. Como resultado de una locura tras otra, de semejante
acumulación de absurdos impulsados por el ego desmedido de sus células,
desfilamos por las pasarelas del engaño, con muy buena pose, con un orgullo
sonriente, mientras realmente somos un tumor a punto de matar al cuerpo atrofiado
que lo transporta.
En este
punto, vale el esfuerzo preguntarse si cualquier estructura masiva perdurará si
en su constitución fundamental alberga piezas incompletas o de mala calidad.
Asimismo, vale la pena preguntarse si cualquier colectividad, cualquier grupo
humano, podría funcionar en favor de sí mismo si en su constitución fundamental
está conformado por seres incompletos. Yo creo que no.
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