sábado, 8 de junio de 2019

Derrotar al gigante

Afrontar al gigante. Derrotar al muro. Desmenuzar al obstáculo. Dividir al problema en trozos menores, manejables, digeribles para luego acometer el proyecto, la tarea, el encargo que en principio luce invencible. Pero nunca resulta tan fácil porque nosotros mismos nos resistimos a tal esfuerzo, a semejante empresa. Nosotros —y casi siempre nosotros solitos—, nos damos a la tarea de no hacer la tarea, de poner peros y frenar voltear cualquier flecha que apunte pallá. Eso de apabullarse y cerrar los ojos es el pan nuestro a la hora de movernos, lo que resulta en la parálisis, desdeñando la opción, parados ahí, resistiéndonos a lo que nos afirman “es tremenda oportunidad”.  Pero fíjate que si nos acercamos con algún interés, podremos ver que el mamotreto tiene grietas, divisiones, partes que separadas no meten tanto miedo y hasta suscitan el conocido “¿y eso era todo?”. El todo y sus partes. El todo asusta a priori, mientras que cada una de sus partes deja ver mejor nuestras posibilidades para avanzar. Si logramos acercarnos lo suficiente a la gran cosa, comenzaremos ver conexiones, sucesiones, repeticiones, pequeños mecanismos que podemos entender con muy poco esfuerzo y estando allí mismo, en medio de la superestructura a la que le teníamos culillo, irán apareciendo las ideas, los modos, y sobre todo ese impulso que nos hacía falta para armar el itinerario y arrancar de una vez con nuestro proyecto. Los éxitos posteriores no están garantizados, pero el camino recorrido hasta derrumbar nuestros propios miedos será suficiente ganancia por ahora.

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