Después de muchos
años sin la necesidad de cambiar un caucho —una llanta, una goma— al carro,
tuve que abrir la maleta y sacar el caucho de repuesto. Resultó que no servía.
Estaba desinflado y en muy mal estado, muchísimo peor de lo que pude prever.
Así que la dificultad se potenció y ahora estoy peor.
Asimismo, con
esta misma aproximación, habría que observar la situación del país, en la que
cada uno, ante la crisis, debe sacar, mostrar lo que lleva en la mochila para
el camino. En muchas ocasiones, al echar mano de los recursos que llevamos
dentro, no encontramos una alternativa válida, decente, una manera amorosa, y
menos, elegante de hacer las cosas en los momentos difíciles de la ruta.
Así, como no se
saca el caucho de repuesto de vez en cuando, se observa, se toca, se da
aprobación para ser lo que nos salvará en alguna contingencia, tampoco sacamos
a llevar sol nuestras conductas potenciales, nuestras actitudes cívicas,
nuestras facultades amorosas, que son nuestras redes de respaldo y que son, al
final, lo que nos llevará más adelante a salir de esto. Es obvio que lo que nos
trajo aquí no fue una conducta adecuada, madura, constructiva. También es obvio
que las conductas ventiladas durante la crisis tampoco son lo que nos sacará de
este atolladero.
Hay que hacer la
tarea. Hay que revisar la refacción que llevamos dentro y lo que esta produce
en nuestro exterior, en el vecino, en la comunidad, para construir el país de
repuesto que necesitamos, ese que nos llevará a un sitio seguro para luego
hacer los replanteamientos a los que haya lugar para refundar, más adelante,
esta, nuestra tierra querida.
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