martes, 2 de julio de 2019

No queremos gente nueva



Quienes ya hemos echado un vistazo a cómo van las cosas debemos estar de acuerdo con que el ser humano de la actualidad, en medio de su inconciencia, está destruyendo el medio ambiente y su mundo interior. No hay que ser científico, siquiatra o sabio: la cosa está mal… la estamos embarrando.

Como expresión trillada, pero cierta, la solución es el surgimiento de la conciencia en todo el mundo, esa conciencia que restablecerá el equilibrio interno y externo del humano para garantizar su supervivencia física, sicológica y espiritual.

Pero, ¿cómo sería ese ser humano nuevo? ¿Cómo serían ese hombre y esa mujer que vendrían a desactivar la locura diseminada por todos los rincones? Obviamente, deberán ser distintos a lo que tenemos ahora. Pero, ¿cuán distintos? ¿Cuán distintos a nosotros? Quizás lo suficiente como para que no nos gusten, como para que no nos caigan bien, como para que le hagamos la vida imposible hasta que desistan de su propósito.

Los humanos de ahora tal vez no dejarían florecer al ser humano nuevo, equilibrado. Sería como meter unas ovejas en el corral de los lobos para tratar de cambiar a los lobos.  Sería un rápido exterminio al intruso. Quien teme atacará al que no teme. Quien está infestado de apegos atacará al desapegado. Quien depreda atacará a quien se integra. Quien se idolatra en su pequeño mundo atacará a quien se siente parte del universo.

Bajo esta óptica, tal vez eso de querer una nueva manera de vivir es puro gamelote. Tal vez eso de convertirnos en algo que tememos u odiamos nos parezca todo un suicidio. Tal vez, y para terminar, eso de sobrevivir ya haya pasado a ser, de un futuro prometedor a una utopía demente de seres enloquecidos que va destruyendo todo lo que necesitan para seguir viviendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario