martes, 23 de julio de 2019
¿Es eso efectivo?
Nuestra
vida cotidiana transcurre en la acción y la búsqueda por resolver las
necesidades que van a apareciendo mientras la vida es vida. Desde cepillarnos
los dientes, desayunar o pagar las facturas pendientes hasta estudiar una
carrera, definir el estilo de vida o planificar el futuro, el hacer cobra
especial significado como el único medio para lograr los objetivos, sin duda. Una
vez arrancada la máquina de hacer, la mente, el timón de la acción, alinea
creencias con tareas y funciona día y noche… y madrugada. Y en medio de ese
torbellino, de la gastritis y las alegrías pasajeras, cabe preguntarse ante
cada paso: ¿es esto efectivo? ¿Es cada cosa que emprendes de esa manera tan
enérgica, efectiva? ¿Es efectivo pensar como piensas, decir lo que dices, hacer
lo que haces? ¿De verdad te dan los resultados necesarios para lograr tus
cosas? ¿De verdad te resulta efectivo cumplir con cada deber autoimpuesto sin examinarlo
de vez en cuando? ¿Realmente te sirve cada diligencia, cada trámite cerrado,
cada ritual, para sentirte cada vez mejor? ¿O es que ya la costumbre, la
obligación contrabandeada y el hacer por hacer se adueñaron de tus días para
hacerte su esclavo? Yo te diría que lo consideres. Yo te diría que revisaras de
nuevo esa maleta tan pesada que cargas de allá para acá, aduciendo que “es
necesaria”. Yo te sugeriría que quites el polvo y la paja de toda esa tramoya
hasta llegar de nuevo a lo básico, a lo fundamental, a lo que te hizo emprender
tu camino original, y mira, cuidado si con tanta distracción y lucecitas, ya
perdiste tu camino y lo que te queda es una cáscara vacía, un proyecto que no
cuajó, una mentira en el mostrador.
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