Es un tema serio, el propósito. Ante la pregunta de cuál es nuestro propósito en la vida o, incluso, cuál es el propósito de la vida, es muy difícil —si no imposible—. Lo que sí es posible es plantearse cursos de acción, metas y objetivos específicos por muy amplios que se vean a lo lejos. El propósito, si se quiere, se puede observar en retrospectiva y darle el cuerpo deseado como propósito al ver esas metas y objetivos cumplidos: en ese momento, no habrá duda de que se cumplió el propósito. Sin embargo, me inclino más a creer que todo es más orgánico y a veces pienso en ese dicho “Dios se ríe de tus planes” aplicado a la vida cotidiana con una sola pregunta: ¿estás ahora en el lugar y haciendo lo que planeaste hace 10 años? Es difícil. Aun cuando estés en la senda prevista en tus sueños, seguro el camino fue muy distinto a lo previsto, sobre todo en enfoques, en aprendizajes y en capacidades adquiridas. También podría ser que la ruta haya cambiado totalmente y descubriste que eras alguien con expectativas no descubiertas. Ahora bien, si tu cuento es que todo salió exactamente como lo planeaste, (1) hay que reconocer el tesón y la disciplina con los que te desenvolviste o, (2) en el peor y más común de los casos, hubo estímulos lejanos al bienestar integral que intervinieron prolongadamente en tu empresa finalmente lograda. Me gusta pensar, cuando se nombra al propósito, en el agua, en su torrente, en su comportamiento. Dado su comportamiento totalmente coherente de ir, de bajar, de rodear, de actuar ante el desequilibrio del terreno, de llegar al mar la mayoría de las veces, algún ser extraterrestre podría establecer que el agua tiene un propósito claro y definitivo. ¿Lo tiene? Es curioso que una sustancia sin consciencia aparente pueda llegar a la perfección en su actuar mucho más allá que nosotros que, aun planteándonos un propósito, todas las incoherencias apuestan al fracaso de tan importante factor medidor del éxito.
Reflexiones Facultas
viernes, 18 de octubre de 2024
sábado, 5 de octubre de 2024
El agua y la moral
viernes, 27 de septiembre de 2024
Hazte un favor: define.
Definir. Conceptualizar, precisar, nombrar, establecer significados. Tanto para comunicarse con otro como para lo que se piensa —el diálogo interno, pues—. Es necesario definir las cosas, los conceptos. Es imperioso, por a vía, aclarar de qué carajos es que se habla. Por un lado, en la relación con los demás se arranca a hablar, a compartir, a trabajar, pero pocas veces se tiene esa metaconversación que nos dirá cómo entender las cosas en adelante y qué significarán al nombrarlas. Hemos llegado a la ridiculez de discutir agriamente con alguien y darnos cuenta de que defendíamos el mismo punto pero, por falta de definición previa, la pasión agarró ventaja. Por otro lado, el diálogo interno. Todo lo que sentimos lo traducimos al lenguaje y no establecemos los conceptos vitales por los que nos regiremos cada día, confundiendo el rumbo por tratar de seguir malos entendidos o recetas ajenas sin filtro. Si no definimos, por ejemplo, los conceptos de felicidad, libertad y seguridad, es harto posible que lleguemos a algún cumpleaños más adelante con frustraciones o, incluso, con agria sorpresa. Así que, mi amigo/a, definamos: sepamos de qué carajos hablamos.
miércoles, 28 de agosto de 2024
Teorizando #1: Creencia-Percepción-Pensamiento
Teorizando #1: Creencia-Percepción-Pensamiento
La capacidad para
pensar o reflexionar es una característica distintiva del ser humano. Pero ese
pensamiento no siempre está a favor de la situación, sino que puede ser recurrente,
inútil, o paralizante, impidiendo resolver los problemas. Pero, ¿de dónde salen
los pensamientos, por qué son como son? Los pensamientos provienen de la
percepción, de la manera como percibimos lo que ocurre. Entonces, ¿de dónde
viene la percepción, cómo cambiarla? La percepción, a su vez, proviene de las
creencias, por ejemplo: si usted cree
con solo tener dinero será feliz, cuando no pueda juntar dinero percibirá que ha fallado y luego pensará que ha fracasado. Así, podemos
ver que es una cadena causal formada por creencia-percepción-pensamiento,
y como tal, la única manera efectiva de evitar los efectos es corrigiendo la
causa. Por ejemplo, si tengo un pensamiento negativo recurrente y quiero que no
me moleste más, debo retroceder en la cadena en cada la causa y examinar por
que percibo las cosas como las percibo y, más atrás aún, por qué creo en las
cosas en que creo. De esta manera, si quiero modificar mi pensamiento, debo
modificar mi creencia. Al cambiar mi creencia, percibo los acontecimientos de
distinta manera y, como consecuencia inmediata, mis pensamientos cambian.
viernes, 16 de agosto de 2024
Madurar es cambiar
La juventud es pasión. La pasión es resistencia. La resistencia puede deberse a la falta de conocimiento del terreno en el que nos movemos. Ese conocimiento llega, necesariamente, por medio de la experiencia, por la vivencia de lo aprendido y no solo por el análisis intelectual de los temas. Para percibir la realidad es necesario experimentarla y eso va construyendo nuestro mapa de lo posible. Ese mapa, inicialmente borroso por la fuerza de la inexperiencia y una certeza casi invencible, va definiéndose cada vez más con el paso y la prueba de los años. Muchas nociones tempranas inexorablemente quedarán atrás por falta de vigencia, por falta de correspondencia entre las ideas que se traen de antes y las experiencias que se terminamos concretando. Madurar es cambiar. Quien no madura, no se ajusta a sus necesidades y debe transitar repetidamente por el dolor que causa la resistencia juvenil. De esta manera, quien no madura, quien se aferra a sus ideas tempranas, a sus pensamientos no comprobados, va perfilando sus años tardíos hacia el sufrimiento y la frustración de que todo pudo ser mejor, pero sin terminar sabiendo cómo.
miércoles, 27 de diciembre de 2023
Extinción por que sí
Vivo en el culillo de mirar cómo se acerca nuestra extinción. Tal vez soy solo un pesimista más, de esos que salen cada cierto tiempo a profetizar calamidades. De verdad, espero que sea solo eso. Pero la inquietud me embarga y no puedo sino unirme al bando agorero. Cuando uno escucha por ahí “la solución viene de cada uno, cambiando lo que somos” de verdad que nos parece ridícula la afirmación. Y parece ridícula porque, si fuese verdad, tardaría mucho el arreglo de este caos galopante en el que estamos inmersos. Por otro lado, han pasado ya muchos siglos de reuniones, de especulaciones, de conclusiones; de iglesia, de partidos políticos, de organizaciones no gubernamentales, de Green Peace, y la verdad es que el grupo, esa colectividad que ha sido eficiente para tanta segregación y matanza, tampoco luce muy adecuada para solucionar. Se ha convertido el grupo de “gentes” en una opción que va más allá de lo ridículo, mientras seguimos avanzando hacia el barranco, pasando ya el límite para la salvación. Siempre el malo es el otro cuando estamos en el auditorio, al calor de la escaramuza, aunque en silencio nos hinquen los demonios personales. Cuando nos oprimen tenemos los mejores argumentos para la lucha, pero, una vez en el poder, nos hacemos de los argumentos contrarios con gran desparpajo. En todo caso, si quisiera parecer ridículo con las cosas que pienso, preferiré pensar que mientras esa pared, que es la colectividad, esté conformada por ladrillos, por individuos ignorantes, de calidad reprobable, no hay colectividad que valga, por mucho respaldo literario que la respalde, porque, vamos a estar claros: no se sabe quién escribió eso.