sábado, 5 de octubre de 2024

El agua y la moral

El agua. El agua es coherente, previsible. El agua tiene una sola regla a cumplir en cada momento y esa regla es tender hacia abajo. Esta regla la hará desplazarse cuando encuentre un desnivel, avanzando por las rendijas del terreno. El agua, al llegar a un sitio cuenco, dependiendo del volumen de su cuerpo y del impulso que le imprimió el desnivel anterior, sería cuestión de tiempo que se ubique, que se calme, que regrese al equilibrio perfecto. Se moverá en el desnivel y se calmará en la llanura que la contenga. Claro que el agua no tiene moral o ética porque esos son inventos del humano, que tiende a juzgarlo todo. Pero, así como no tiene moral o ética, tampoco tiene placeres o culpas, tristezas o frustraciones. El agua cumplirá su cometido, dada su norma única de tender hacia abajo y podría parecer un comportamiento ciego, sin mayores consideraciones y hasta catastrófico para los demás, pero, como ya se ha comprobado hasta el hartazgo, lo que desencadena el desencanto ante lo coherente es la ignorancia.


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