domingo, 1 de noviembre de 2020

Antes pudiste. Ahora puedes.

Antes, pudiste verlo alrededor, pensarlo mejor, escoger un camino más risueño. Antes, pudiste hacer el mismo esfuerzo, pero encauzado de manera diferente, en un rumbo que te hiciera sentir como una ganadora. Ante la queja tradicional de que él no te ayuda con los niños, de que es un desconsiderado, de que no te presta atención sino cuando quiere acostarse contigo o de que miente cuando te dice que es suficiente con traer dinero a casa, piensa que antes pudiste planificar, gozar tu juventud, avanzar en tu independencia y tranquilidad, conocer a alguien mejor, llegar a acuerdos, vivir ahora más plenamente. Pero no. “Él me gusta”, “Quiero estar con ese tipo”, “Necesito pasar la noche con él”. La vida se te convirtió en este calvario y dices no saber por qué todo resultó así. La más purita pasión en ejercicio dictó las acciones. La inconciencia galopante y el miedo a quedar sola, sin financiamiento, sin alguien que meta el pecho por ti en la calle, te lanzaron por ese barranco. Estoy a punto de pensar, amiga mía, que fue un pésimo negocio el que hiciste. Sin embargo, dicen que el boleto para la madurez solo se logra por medio del sufrimiento pasado. En ese caso, lanza una mirada fresca a tu alrededor y con mejores anteojos decide ahora hacerte cargo, pero esta vez, conscientemente, voluntariamente… y mucha suerte.

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