sábado, 4 de enero de 2020
¿La verdad con palabras? no lo creo...
Dime
cómo sabe el vino. Intenta por un ratito describir ese sabor para que yo lo
entienda. Haz tu mejor esfuerzo para que yo quede con el sabor del vino en mi
boca y así aprender de ti, saberlo a partir de tus enseñanzas. Pues, no se
puede. Convéncete de que ni el mejor orador ni el más estudioso puede usar solo
palabras para transmitir la experiencia. Así es con el vino, así es con la vida
misma, así es con el amor, así es con la espiritualidad. Lo que puede hacer la
persona bienintencionada es inyectar la curiosidad, la semilla que luego crezca
en el otro y éste, por su lado, decida experimentar el asunto. Por eso es que
es tan difícil que una persona esparza lo que siente entre otros, entre muchos
otros. Una persona siempre tendrá una sola perspectiva de la vida, por lo que
nunca podrá abarcar la “verdad completa”, la “verdad de todos”. Lo que logrará
en la multitud será despertar la interpretación sobre lo que ella dice y no la
exactitud de lo que siente. Luego de salir del recinto, cada quien saldrá por
su lado, emocionado por lo que el orador dijo, pero desde su punto de vista
único, particular… creando de nuevo su propia verdad, su propia experiencia, su
propia creencia.
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