martes, 27 de diciembre de 2022

La falta de amor

La desviación de la conducta amorosa normalmente resulta en las situaciones más absurdas y hasta aberrantes que ya se conocen hoy. La falta de amor nos lleva a caminos enrevesados difíciles de eludir. Se puede aducir cualquier tontería cuando se carece de amor, pero cuando se tiene la suficiente inteligencia instrumental, se puede argumentar en favor de la pasión, del desasosiego, del movimiento constante, es decir, de elementos difíciles de sostener en el tiempo por su naturaleza efímera e improductiva de bienestares. Esa inteligencia instrumental, que tienen muchos y que es tan reconocida y tan respetada por la colectividad mediática es la que, a pesar de no hablarle a su madre, saludar al vecino o ayudar al caído, produce libros, conferencias, axiomas y filosofías que se mueven más en el terreno de la ideología, es decir, de algo que no se puede demostrar de primera mano con laboratorio, historia o con estadística alguna. La dificultad principal para lograr una conducta amorosa radica en saber qué es el amor, lo cual implica dolor, pero que produce los más deliciosos frutos a largo plazo. No hay otra vía para la salvación. El resto viene siendo paja.

jueves, 15 de diciembre de 2022

Agua no sube cerro

Es tan difícil explicar el amor verdadero con palabras, que hay que buscar una manera. Su presencia es tan imponente que no se necesitan normas, reglas que controlen las situaciones. El amor tendrá la sabiduría necesaria para decidir qué hacer sin ser erudito. Comparémoslo con el comportamiento del agua. El agua se rige, en principio, por la gravedad. Luego está el terreno en que se encuentra. El agua fluirá entre las irregularidades metiéndose por las rendijas o los pasajes que lleven hacia abajo, como las quebradas, como los ríos. Rodeará a los obstáculos y seguirá su camino. La única manera en que el agua detenga su camino es que se estanque. Cuando llega al lago, a la laguna, alcanza el equilibrio perfecto entre la gravedad y el terreno que la contiene. Así es el amor… el amor de verdad. Nadie tiene que decirle por dónde caminar, qué hacer. La bondad será su gravedad y los terrenos que deba transitar serán sus circunstancias. Si entiende la bondad a largo plazo, el amor seguirá por ese rumbo y no por las angosturas que aparenten atajos. La lucha no será su estímulo, sino una consecuencia añadida por las mentes de las personas. La diferencia entre el amor y el comportamiento del agua es que nosotros sí somos conscientes de nosotros mismos, de nuestro bienestar, y sobre nosotros también habrá de derramarse algo de ese amor que prodiguemos a los demás. El agua no sube cerro y el amor dado sin bondad desinteresada no es amor.

lunes, 21 de noviembre de 2022

Espiritualidad espantosa

Lo espiritual no tiene por qué pensarse desde los espíritus, desde los espantos tradicionales, desde un punto de vista alejados de lo que somos a diario. Lo trascendental tiende a verse como algo más allá, más ajeno, más multitudinario. Realmente, lo que llamamos "espiritual" debería comenzar a verse como algo nuestro, como la exploración de nuestro interior, como el descubrimiento continuo de una parte de nosotros que siempre ha estado abandonada, incluso para los que dicen tener una vida religiosa. Lo espiritual se deshace radicalmente del conocimiento instrumental, operativo, para adentrarse en el verdadero bienestar experimentado, uno que esté siempre a la mano, dentro de nosotros; uno que nos permita, más bien sentir, sentirnos bien, sin tener que defender posiciones a capa y espada, sin que se nos vaya la vida en ello.

domingo, 4 de septiembre de 2022

En la recta final

En el camino a no temerle a la muerte, de no armar un drama que raye en lo histriónico y, por el contrario, irse agradecido incluso en medio de dolores físicos, hay que deconstruir el momento para hacer el plan definitivo y llevarlo a cabo. ¿Miedo a la muerte? Claro, pero ¿por qué? ¿Porque vamos a dejar de ver a nuestros queridos queridos o porque vamos a dejar de probar las comidas y demás placeres que me mantienen lejos del dolor? ¿Acaso porque nuestros queridos queridos van a sufrir extrañándonos o porque nuestro cuerpo estará en un cajón o porque puede que nuestros huesos crepiten en un horno gigante antes de residir en un jarroncito o ser regado en algún paraje de nuestro paisaje favorito? Quien sabe, pero el miedo a lo desconocido, el culillo de no entrar al cielo o la posibilidad de un infierno no estarían descartadas. Finalmente, creo que es posible, incluso sin creencia religiosa, llegar al momento final sin ese miedo de borde de barranco que muchos experimentan y se van muy a pesar de ellos. Tal vez algo de agradecimiento y aceptación después de tantas decenas de años de existencia nos hagan tranquilizarnos. Quizás ir enderezando la existencia, la cotidianidad presente y aceptar la riqueza de estar vivos y ostentar ese regalo desde hace tanto tiempo, hagan que al fin vivamos cada presente como nunca y así soltar ese miedo malagradecido y cobarde a dejar esta tierra, deseando estúpidamente vivir más… más de esta empresa que no supiste administrar.

domingo, 10 de julio de 2022

Diálogo: el amor verdadero

Dos amigos sentados en el banco de la esquina del barrio.
—¿No te parece que el amor cambia inevitablemente con los años?
—No. El amor es el mismo al pasar de los años.
—Pero cuando una pareja tiene años de estar juntos ya no es como al principio, ¿no?
—Lo que no es como al principio es la novedad, la pasión sexual.
—Yo me refiero al amor verdadero, no a la calentura.
—Yo también. El amor verdadero no es lo mismo que el amor romántico. El amor verdadero sale de personas amorosas. La persona que ama con locura a uno o dos de sus familiares y fuera de casa es indiferente con los demás, no es amoroso, es alguien con fuertes lazos afectivos asociados con los mamíferos, con cuestiones primitivas: “con mi mamá no se mete nadie”, “con mi hijo no se mete nadie”, “con mi mujer no se mete nadie” son expresiones del ego y YO te voy a demostrar con un pleito que no puedes meterte con nada que sea mío.
—No estoy de acuerdo, porque yo puedo querer a mi familia más que al resto de la gente.
—Quien no sea una persona amorosa de corazón, no puede dar amor verdadero por mucho que se note el afecto que sea capaz de dar. Se puede hablar de apego, de deseo, incluso de adicción; del amor loco y desesperado de las canciones, pero eso está lejos de ser amor de verdad.
—Entonces, ¿cómo puedo saber cuándo hay amor verdadero?
—Pues mira, una de las caras poderosas del amor es desear el bien al otro incluso si no está contigo y todos sabemos que cuando decimos que amamos queremos estar siempre al lado del otro, inclusive si a este le va mal con nosotros. ¿Te parece que eso es amor verdadero?

miércoles, 22 de junio de 2022

Diálogo: Enfermedades Mente-Cuerpo


-¿Papá?
-Dime
-¿Por qué dicen que hay enfermedades que se originan en la cabeza y afectan al cuerpo?
-Porque es cierto. Muchas de las enfermedades que sufrimos ahora se originan en nuestra mente y, el cerebro, como órgano coordinador del cuerpo, comienza a afectar a otros órganos, a otras partes del cuerpo.
-Pero, ¿son muchas esas enfermedades?
-Sí, claro. Lo que llaman estrés, por ejemplo, es un conjunto de pensamientos repetitivos y angustiantes que pueden afectar distintas partes del cuerpo después de un tiempo. Puede contraer músculos, afectar la piel y el sistema digestivo, entre otros.
-Ah, entiendo. Pero es raro que un pensamiento imaginado produzca una enfermedad real, ¿verdad?
-Pues sí. Siempre ha ocurrido, pero la medicina no lo aclaraba. Ahorita hay tanta evidencia que ocultarlo es inútil. Siempre hemos sabido que cuando se le ha dicho una terrible noticia a alguien, ha podido sufrir un ataque al corazón: la noticia entró por el oído, llegó al cerebro y el cerebro produjo una dosis de adrenalina tan grande que afectó el funcionamiento del corazón. Es muy común, como cuando alguien va a operarse y le aumenta la tensión arterial por el susto y deben esperar a que disminuya.
-Perro, papá. Qué grave es eso.
-Así es. Por eso es que hay que conservar la tranquilidad y mantener los pies sobre la tierra, sin estar preocupándonos por cosas que no han ocurrido y que tal vez ni ocurran.

martes, 21 de junio de 2022

Diálogo: ¿Qué es ser libre?

 - ¿Papá?
-Dime
-¿Qué es ser libre?
-Esa es una pregunta difícil de responder.
-¿Ser libre no es hacer lo que yo quiera hacer?
-No necesariamente.
-¿Por qué no necesariamente?
-Por que hacer lo que se quiere podría entrar en el terreno del capricho, por ejemplo.
-Pero si yo quiero hacer algo y decido hacerlo, eso sería una muestra de libertad, ¿cierto?
-Sería una muestra de libertad solo si el deseo de hacer lo que quieres hacer proviene de una necesidad personal, propia, tuya, que no provenga otra gente, otros entes, medios de comunicación, modas, coacciones de algún tipo, etc.
-Pero si quiero comprarme un carro y lo compro, ¿no es eso un acto de libertad?
-Depende. Si quieres comprarlo para viajar, conocer, disfrutar de los sitios que siempre quisiste conocer, es un acto de libertad. Si quieres comprarlo, en cambio, porque tu vecino, tu primo o tu compañero de trabajo tienen uno, es solo un acto condicionado por las situaciones de los demás… incluso podría ser por envidia.
-Pero papá, si decido comprarlo y voy y lo compro, ¿no es un acto libre?
-Ser libre no depende de identificar un deseo y luego hacerlo realidad. Ser libre es identificar tus propias, tus verdaderas necesidades y luego buscar satisfacerlas.
-Entonces, ¿no me compro el carro?
-Yo no dije eso (sonrisa).

miércoles, 13 de abril de 2022

La felicidad hasta ahora


La felicidad parece ser el anhelo decente de toda persona, sin duda, pero entender qué cosa es la felicidad se pierde en el rumbo de su conquista; se desgasta a medida que avanza el camino hasta quedar su significado enganchado en un flaco cliché que no pudo representar qué cosa se buscaba. El dinero, la posición social y el amor romántico se erigen como representantes de ese llamado estado de bienestar que todos queremos, pero que no sabemos con qué se come. Unos afirman que, según su experiencia, la felicidad solo se manifiesta en pequeños momentos, mientras otros afirman que pueden ser felices en medio de las tristezas de la vida. Así es como el concepto grandioso de felicidad va desinflándose, pasando de ese idilio permanente con la vida que esperamos en nuestra juventud, hasta llegar a una palabra moldeada, manoseada que hay que defender hasta la muerte dándole un carácter positivo, de certeza, que permita seguir creyendo en él. Por mi parte, he creído que el concepto tradicional de felicidad es, voluntaria o involuntariamente, una invención de vendedores de productos relacionados con el bienestar, pero que ante la evidencia de su temporalidad, de su carácter efímero, vienen e inventan otro producto más para vender. No hay duda de que todos buscamos honestamente algo que nos mantenga “felices” por el mayor tiempo posible, pero parece que todos los caminos que hemos tomado obedecen más a impulsos externos que a factores internos y creo que por ahí van los tiros, que a eso se debe la vida limitada que tiene la felicidad que podemos experimentar. Para mí, cada vez más, la felicidad se parece a la paz, a la tranquilidad, al equilibrio. La felicidad, como el amor, siempre se dibuja con líneas alteradas, como de comercial de seguros, como una promesa grandilocuente de piernas cortas. Existe una especie de sobrevaloración de algo que ya en sí tiene mucho valor, como el bienestar permanente. Es una especie de circo, de construcción endeble que siempre termina en algo mucho más conocido, más experimentado: la infelicidad. Eliminando de nuestras cabezas esa noción drogada de la felicidad debería quedar una visión de gozo, de alegría en cada momento que en esencia ayude también a combatir las pocas tristezas que queden. Creo firmemente que el bienestar que da la paz, el equilibrio de las fuerzas que inciden sobre nosotros no resultan en un escenario neutro, aburrido, sino en el terreno gozoso para que nazca el verdadero amor, lo cual constituye, sin duda alguna, el santo grial que hasta ahora el término “felicidad” ha venido usurpando tan precariamente.

domingo, 30 de enero de 2022

Explicar la vida


Tratar de explicar la vida requiere, por un lado, algunos esfuerzos y por el otro, dejar de hacer algunos otros esfuerzos inútiles y perversos. Creo que merece la pena ese intento de comprenderla bien hasta el punto de la conformidad. Avanzar al ritmo que permitan los días hacia esa comprensión nos ayudará, muy poco a poco, entre autosaboteos y desmontajes de la vieja naturaleza, ver la existencia como el transcurso entre un principio y un final y, con ese presupuesto, arrancar por fin a vivir al ritmo que nos lleve a lograr la paz, a aceptar lo que venga, a dejar de resistirnos a lo que es como es porque así es. Sería como armar el rompecabezas antes de opinar sobre la imagen completa.

No se trata de ponerse religiosos o adoptar declaraciones mágicas de moda. Es tan simple como comprender que si caminamos con los ojos cerrados será inevitable que hoy o mañana tropecemos: eso es solo el más simple sentido común. Más bien hay que ir abordando todo ese pensamiento mágico que venimos arrastrando desde pequeños y que inconscientemente nos hace proyectarnos hacia metas y pensamientos que no satisfacen nuestras necesidades. Obtener lo que se quiere por regla general va contrapuesto a obtener lo que se necesita y por eso no es raro ver gente que logró subir hasta la cima en la escalera de la vida solo para darse cuenta de que estaba en la pared equivocada (S. Covey). 

Particularmente, creo que hay un orden que rige el universo y existe una especie de ecuación que explica su comportamiento en su totalidad, pero los límites actuales de nuestro cerebro no pueden abarcar todas las variables de esa ecuación y terminamos por desechar la idea, tomando el camino corto y entregando el control a nuestras mañas, condicionamientos y resistencias habituales. Es difícil saber cómo funciona todo lo que llevamos dentro y nuestro entorno, pero debo insistir en la aritmética que propone una ecuación reguladora. Como lo pudiera ver, esas operaciones bien ajustadas que explican el universo garantizan un mundo justo, aunque esa justicia no se perciba o no se aprecie con claridad y hasta parezca no existir. Sin embargo, a un nivel consciente, todo lo que ocurre es lo que debe ocurrir si nos basamos en las causas de los acontecimientos y no en nuestra recortada visión o en nuestros deseos. 

Por otro lado, a esa aritmética universal inexorable se le puede aportar una dimensión humana que jugaría a favor, que es el amor. Tal vez, tratando de hurgar en las dinámicas en la que interviene el amor no salta a la vista la justicia y hasta parecería que hay demasiado desequilibrio, bien por lo que gana finalmente el ofensor o por esfuerzo que aporta el ofendido cuando interviene el amor. 

Habría que reconocer que el aporte del amor a esa aritmética es hacia el lado positivo: se produciría un desbalance a favor, las cuentas de nuevo en un azul que aliviaría la vida y apuntalaría la esperanza de que en algún momento dejaremos atrás la escalada de sufrimiento causado por la inconciencia acumulada y miedosa y comencemos a marchar, de una vez, hacia adelante, solidariamente, aligerando el flujo de la existencia de todos y de cada uno de nosotros desde la dimensión del amor: eso sí que es voluntario.

sábado, 29 de enero de 2022

El arrepentimiento

El arrepentimiento, en mi opinión, es el reconocimiento de la ofensa cometida por nosotros y, como acto de consideración, pedir la disculpa correspondiente. El problema es que el arrepentimiento sirve menos como reconocimiento, como asumir la responsabilidad, y más como un foco de culpas permanentes que, en medio del drama, se perpetúan en la vida. Cuando se avanza en la conciencia, tanto la responsabilidad como la disculpa siguen, pero sin contar con el drama; ese drama que posterga la resolución, el equilibrio, la disolución del conflicto, dándole características épicas, de "qué bolas tuve" o etc. Tal vez esta anomalía sea una manera de vivir para muchos. Eso de coleccionar nudos debajo de la almohada tal vez sea una manera de vivir una vida llena de... de algo, pues.